Con un par de zapatos de tacón en la mano, caminas pisando charcos, bajo gélidas gotas de lluvia que no quieren parar de caer...

jueves, 21 de enero de 2010

- ¡Aaron, esconde a Aurora! ¡Rápido! -gritó su padre.
El niño cogió a su hermana por la mano y tiró de ella. Los segundos corrían en su contra, y las cortas piernas de la pequeña no les favorecían. El tic-tac del reloj se le clavaba en la mente como un cuchillo de filo punzante. La madera del suelo crujía bajo sus pies, al igual que tenebrosos dientes rechinando en el sosiego nocturno, rompiendo secretos con desagradables risas entonadas desde lo más profundo de la garganta y haciendo eco en el silencio, un silencio teñido de angustia y miedo, acompañado por un leve olor a sangre y a pólvora, el mismo olor que no tardaría en impregnar las paredes de su hogar. Un destino del que no podían escapar. La muerte se encontraba a la vuelta de la esquina, y eso era algo que tenía que asumir a sus trece años.
Llegaron al cuarto de sus padres, y el armario que alli había le pareció el mejor lugar para ocultarla. Quizá con un par de minutos más hubiera bastado para encontrar un sitio más adecuado, pero quién sabía si tendrían un par de minutos más de regalo.
Unas voces procedentes de otra de las habitaciones de la casa, le indicó que se les había agotado el tiempo, y que ahora las agujas del reloj iban en sentido contrario, invirtiendo el tic-tac por tac-tic. No había tiempo que perder.
- Escucha Aury, tienes que quedarte aqui. No salgas por nada del mundo, hasta que todo se quede en silencio ¿Me lo prometes?
- Te lo prometo.
Y con un beso en la frente se despidió de su hermana para siempre. Un pequeño niño valiente directo a la muerte.
Dos hombres de la marina se encontraban en la casa de los Gwynne dispuestos a destrozar y a matar todo lo que se interpusiera entre ellos y lo que andaban buscando. Preparados para arrebatar una y mil vidas si era preciso. Deborar existencias de pequeños, medianos y ancianos. Tomar almas inocentes. Arrancar en un segundo el último suspiro agónico y suplicante. Llevarse la vitalidad de un cuerpo. Y sólo dejar inercia tras su paso.
- ¿Donde está?
- Os juro que no sé nada -escuchó Aurora desde su escondite.
Tenía miedo, le temblaban las piernas. Su pequeño pero sensible corazón palpitaba como nunca antes lo había hecho. Una lágrima rodó por su mejilla hasta perderse en la comisura de sus labios y dejarle ese sabor salado a tristeza. Lo amargo de la verdad. La impotencia de no poder hacer nada. Aunque, probablemente eso era algo que su joven mente todavía no había llegado a comprender muy bien.
Un poco más lejos, ruidos atronadores perturbaban la quietud. Una desazón se presentaba como un sentimiento corrosivo que no dejaba de aumentar. Muebles rotos, un destrozo completo del hogar. Y algo que caló tan hondo en su corazón que jamás olvidará. Un disparo. El sonido de un disparo hendiendo los tejidos de un cuerpo e instalandose en la figura inmovil de uno de los miembros de su familia, arrebatandole la vida sin el mínimo de condolencia, dejandolo tirado sobre el suelo al igual que si fuera un trapo viejo sucio y sin uso.
- ¡Papa! -Aaron rompió en un llanto de inutilidad, y Aurora explotó en un silencio de lágrimas.
Los marines sigueron rebuscando por la casa. Pudo escuchar como sus pasos cada vez sonaban más cerca, y de fondo el estertor de su padre en sus últimos segundos y la aflicción de su hermano, que no parecía darse cuenta de que aquellos hombres se dirigían directos a donde se encontraba Aurora. Las lágrimas le empañaban los ojos, y todo lo que alcazaba su vista, parecía encontrarse detrás de un frágil cristal, mas, en cuato volvió a sumirse en la realidad, corrió hacia ellos con la rabia pintada en el rostro. Ya habían entrado en la habitación, pero todavía no la habían descubierto a ella, a su hermana, la pequeña que observaba la escena desde una rendija abierta en la puerta del armario. Aurora, quien vio apresurarse a su hermano hacia uno de ellos y engancharsele en la pierna como un molesto incordio, que en seguida de una patada, el marine mandó lejos. El chico se golpeó la cabeza con la pata de la cama, cosa que no le impidió levantarse de nuevo y arremeter otra vez contra aquel tipo que volvió a golpearle sin piedad.
- ¡Estúpido muchacho! ¡Pagarás caro si vuelves a hacerlo! -escupió el marine con desdén.
La muchacha quería gritar, deseaba salir en ayuda de su hermano, sin embargo, sólo conseguiría que los matasen a los dos. Además, le había prometido a Aaron que no saldría hasta que el silencio volviera a cubrir todo con su manto tranquilizador.
El niño eludiendo la amenaza del hombre, en un arrebato de odio, volvió a embestir contra él y hundió los dientes en su brazo, saboreando la sangre de aquel maldito asesino, que dio un ronco grito de dolor. Y una tercera vez, volvió a golpearlo. No obstante, esa vez no se contentó con eso, y en un visto y no visto -mientras Aurora miraba de hito en hito la escena-, levantó el arma y con un diestro tiro, descargó una bala directa a la cabeza de Aaron. Y ahi se encontraba, la figura inerte de su hermano yaciendo ante sus ojos, coloreando de sangre el pavimento, silenciando su vida. Apagando hasta el más mínimo resquicio de esperanza...
Sin poder evitarlo más, quebrantando la promesa que le había hecho, salió a trompicones de alli, ignorando a los marines y a todo a su alrededor, unicamente pensando en su familia.
La mala suerte, hizo que sus pies resbalaran con la sangre, y cayera sobre su hermano, manchando de rojo sus pendas, de aquel rojo sin vida que indicaba el final...
- ¡Aaron, Aaron! ¡Despierta, Aaron! -repetía la niña una y otra vez entre sollozos. Ya no le quedaba nada.
- ¿Qué hacemos con la criatura? -preguntó uno de ellos.
- Dejarla. Aquí ya hemos hecho suficiente, no hay nada. -sentenció el otro.

2 comentarios:

  1. Un relato muy crudo. Siento la falta de originalidad pero es viernes y no doy para más xD
    Gracias por comentar en el blog ^^
    Un beso

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  2. Hola^^
    no nos conocemos pero curioseando por ahi he encontrado tu blog y me ha encantado como escribes. Este relato me ha sobrecogido, es muy buena la forma en que narras la situación, nose hace que el lector se la imagine tan real,conmovedor.Aparte de no mencionar tu descripción, simplemente genial. Me veras por aqui^^

    pd. por cierto yo también estoy en el foro de carrousel xD y tengo un recién inaugurado blog (cuestión de reiventarse:)) espero verte por ahi algún dia, te dejo la dirección http://theredcarpetoflife.blogspot.com/

    un beso!

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